Thursday, August 24, 2006

LA PAZ Y LA PALABRA EN LA CALLE

El Mundo-La crónica de León 27-02-2003

LA PAZ Y LA PALABRA EN LA CALLE

Amparo Carballo blanco

Las calles se llenaron, se llenaron cada vez más. No cabían, agolpados, los alientos. Todos quisimos salir para entrar en el otro cambio, en la libertad, en la paz tal vez....
Viendo las multitudinarias manifestaciones que en todo el mundo se celebraron pidiendo la paz y la palabra, se pudiera pensar ilusamente que por fin la humanidad puede alcanzar el milagro de un nuevo orden mundial. Pero, ¿a quién se le ocurre cuestionar la decisión del amo del Imperio? ¡A ver qué nos hemos creído...! Para los que buscan los “santos lugares del petróleo” y se empeñan en la mentira y en la bala, el negocio es el negocio y los petrodólares sonantes. Desde EE UU se nos dice que bien, que está muy bien eso de manifestarse solidariamente, que fíjate la suerte que tenemos porque en Europa podemos protestar libremente contra la guerra, mientras en Irak a los que hablan se les corta la lengua.
Esta guerra “preventiva”, decidida y diseñada desde hace mucho tiempo, no va a resolver las desigualdades económicas y sociales, el hambre, las enfermedades, la miseria, ni la violencia que sufren los más débiles. No evitará que los países sigan fabricando y traficando con terribles armas de todo tipo. La guerra contra Irak no resolverá el problema del terrorismo. Como bien dice la escritora Cristina Peri Rossi “los terroristas no se van a detener porque no se va a atacar sus verdaderas causas: el fanatismo religioso o cualquier otro fanatismo – el nacionalista, el étnico o el racial o el sexual – y la ignorancia, el atraso en que viven millones de personas en el mundo”.
El dolor está escrito. Ese día apocalíptico lleno de muerte no será una oscura película de ciencia-ficción, será real. Habrá apagones de luz, apagones de vidas inocentes que se consumirán en la gran hoguera de la guerra. Miles de soldados pisarán más y más fuerte, destruyendo sus propias botas militares. Los dedos sobre el gatillo: uno, dos, tres, uno a uno, dos a dos, tres allí, tres más caerán. Y después de tanto horror, tanto muerto, tanta palabra de hierro, quedarán lágrimas de dolor volcadas sobre la tierra; entre el cemento, sangre inocente mezclada con petróleo.
¡Ay! El dolor que atraviesa
las mil manos de los pobres,
el temor a abrir la ventana
y ver que
todavía seguimos así,
que nada ha cambiado,
que sólo el cementerio
no duerme
abriendo sus puertas
eternamente, sin preguntar
por qué nacemos,
por qué vivimos,
sólo diciendo que ya hemos muerto.
(Carlos González)
Es cierto que nadie quiere la guerra. Pero está claro que detrás de la política estadounidense no hay sino desprecio hacia la vida humana y una inmoral defensa de intereses económicos y estratégicos. Una vez que EE UU moviliza su costosa maquinaria bélica, se entra en una dinámica que impide la marcha atrás. Y además no queda más remedio que destruir Irak. Hay que ser generosos, obsequiar con represalias armadas y macabros embargos, liberar con la muerte a los iraquíes de la dictadura del diabólico Sadam Hussein. Y además el psicópata ambicioso Bush no va a renunciar al botín de Bagdad. Hecho ya el reparto del “oro del moro”, los gobernantes colaboradores en la matanza de civiles inocentes se permiten desoír el clamor por la paz, permanecen indiferentes ante esta movilización social universal.
Porque la mejor arma para extirpar de las mentes el terrorismo y la guerra es la justicia y la solidaridad internacional, dejemos solos a los gobernantes que no nos representan. Exijamos la paz y la palabra, el desarme de los países, también el desarme EE UU. Y repitamos ¡NO A LA GUERRA! buscada a propósito con mentiras organizadas por los amos del dinero.

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